sábado, 3 de noviembre de 2007

Anoche hubo fiesta en el blues del club local

Fundamentalistas varios podrán descargar su ira contra este post, como ya lo hicieron con algunos anteriores. Como se atreve alguien a usar una frase del gran Carpo para hablar del Opening (no se llama más presentación) del Personal Fest 2007 a manos de Hot Chip, definida como banda electro pop inglesa. La crítica de que eso no es música está refutada por la definición de música: el arte de combinar los sonidos; y tienen guitarra, como Pappo decía que tenían que tener las bandas, fueran o no de rock, y no un par de bandejitas para pinchar discos, cuando no un set pregrabado y después aducir que hacían música.

Acaso en la Argentina sea la primera vez que se da un recital de música electrónica. Que no es del todo electrónica, pero es al género que más se le acerca. Y recital porque ese es su concepto. No se trata de un show, y mucho menos de los megarecitales que convocan multitudes que desde cuaquier lugar pueden seguir los movimientos de los músicos desde pantallas gigante que se acercan cada vez más a la definición de un televisor de plasma o sucedáneo. Y fue fiesta porque la gente, la mayoría usufructuante de la cervez gratis, estaba así, muy cool, como se dirí me parece que más en otra época que en esta, todo muy free y muy te miro y te como pero si no te acercás ya te dejo de mirar, cuando los Hot Chip comenzaron a sonar con su másquinas, teclados y guitarra, la cual se intercambiaban entre dos, igual que las voces. El puto, como lo denominó uno que estaba detrás de mí y que no era uno que estaba con remera de Motorhead y movía las patitas sin poder hacer nada para evitarlo, ponía algunas bases y bailaba, aunque más bailaba que ponía bases. El show-set comenzó bastante tribal, y no pude evitar la asociación con la tribalidad que habían mostrado los Arctic Monkeys. Pero eso ya es un delirio personal (no Fest, ja). Como corresponde a la porteñidad, todo comenzó duro (y no se notaba signos de merca) más allá de eso del free y el cool. Pero al tercer tema una minoría ya no podíamos evitar el movimiento. En la mitad las caras de alegría eran las más: se estaba en una verdadera fiesta, incluso con los grititos que acompañan muchos de los sets de los Dj en las dance (¿en la Creamfield? Nunca estuve en una) cuando el Dj arma el espacio para generar espectativa.

El final se metió en ese espacio en el que la fiesta es felicidad, con Cerati entre los presentes, bailando después de un show de Soda Stereo, tal vez demostrando toda su putez para los que visitaron este blog y dejaron sus opiniones, aunque mejor valdría que recordaran que despuésde otro show de Soda estuvo en el cumpleaños de Charly, acompañándolo desde un segundo lugar, diciendo simplemente que estaba ahí porque lo quería mucho. Apenas unos metros detrás de mí, su presencia me hizo girar tres veces la cabeza para convencerme. A veces me dejo llevar más por los comentarios ajenos, como los que dejaron acá. Y me olvido que fueron mis pedorras ocurrencias las que me llevaron a reconcer (aunque un poco tarde) la grandeza de Soda. Las mismas que unos días después me las confirmaron con la presencia de Cerati bailando a brazos extendidos a modo de planeador un tema maravilloso de los encantadores Hot Chip, los que ofrecieron la fiesta en el club del blues local.

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