viernes, 28 de septiembre de 2007

Privilegio

Queremos esto, pero lo queremos por televisión. Queremos ser testigos de la catástrofe, como cuando chicos esperábamos el 2000 porque habría autos voladores. Queremos el día después de mañana, queremos la chica más linda del mundo. Pero todo por un ratito, no mucho, nos aburre. Al menos a unos cuantos enfermos la cosa nos sucede así. O sea, a la mayoría de la humanidad conectada a los medios de comunicación, que somos la mayoría de la humanidad. Algunos tenemos la enfermedad de no poder  escuchar más de dos veces al misma música, salvo que la veamo en clip, en vivo, lo hagamos por obligación, necesidad o casualidad. Si no siempre tiene que ser nueva, bajada de Internet, casi nunca comprada, novedosa, de 2007 o de cuando sea, pero jamás escuchada antes. Otros tienen la enfermedad de American Idol, que ni siquiera es American, sino Latinoamerican. Subgénero que el amo crea para que su pichicho crea que es importante en el territorio familiar. Los ídolos de la canción latinoamericana no pueden durar más de un año. Sí, es más que un disco oído, pero menos que un artista. ¿Qué es un artista? Otro día. Entre ambos, una diferencia sustancial. Los Latinoamerican Idol saben que están ahí para conquistar un año de fama, gloria, dinero o lo que mierda sea. Aunque sobre tod están ahí para engancharse en el tren que gran parte del resto de lahumanidad quiere subirse: el de los privilegios. Los que no podemos escuchar más de dos veces el mismo disco, por lo general nos creemos superiores; en el mejor de los casos, pensamos que eso que hacemos (en este caso escuchar música así) nos da la posibilidad de ser más sensibles, cultos, algo parecido a eso que resumimos en la expresión mejores personas. Por ahora dejaremos en que, además de la enfermedad, nos une la búsqueda desesperada del privilegio.

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