miércoles, 26 de diciembre de 2007

Miedos

El miedo cunde. Acaso sea el virus mejor diseñado por la naturaleza, y por eso sobrevive y es una de las mejores formas de dominación y obediencia que se ha conocido a lo largo de la civilización, más allá de que, como todos sabemos porque lo aprendimos de Charly, siempre fue tonto (en clara rebeldía con el dicho que decía: el miedo no es tonto). Pero en el cine está funcionando de maravillas. Lo desconocido siempre fue uno de los elementos básicos del miedo, y así lo utilizan geniales películas como The Host (una coreana con un monstruo subacuático, al estilo Godzila) y las dos Exterminio. En una no se sabe dónde está el monstruo, en la otra, el monstruo es es otro (infectado). Lo bueno de las dos que trabajan sobre el miedo más básico, el que provoca susto porque ataca por sorpresa y impide cualquier tipo de conocimiento del victimario, excepto, claro, un fenotipo que permita establecer su peligrosidad a a partir de ciertos rasgos físico. El cine siempre se caracterizó por tratar los temas de su época. Sus ficciones siempre rondaron alrededor de los asuntos humanos. Al igual que otras narrativas, por supuesto. La fascinación de las posibilidades tecnológicas del cine permiten más ciencia ficción que en otros géneros. O al menos una mas cautivante, porque invita a los sentidos a sentir aquello que difícilmente se pueda llega a vivir algún día. En ese sentido, y teniendo en cuenta que el cine es básicamente Hollywood (en el sentido de ser el único en condiciones de generar cambios en la percepción y el sentido de un número significativo de habitantes, y además porque sus formas y sus modos influyen de manera directa en lo modos y formas de lo que se hace en otra partes del mundo), loque se puede esperar es una reacción contra la investigación científica en ciertos productos y enfermedades. La crrítica subrepticia que plantean estos films (hacerla abierta sería algo así como un suicidio comercial) es que la ciencia está tomando caminos incontrolables y que pronto, es su afán -digamos noble- de avance del conocimiento, en combinación con el -digamos vil interés mercantilista- de los laboratorios y empresas de tecnología de punta, redundará en catástrofes contra la especie. La misma que intenta salvar. La inoculación del miedo no es nueva. Pero meter desconfianza sobre la ciencia, que es la que nos trajo hasta aquí (y cuando digo hasta aquí, me refiero, entre otras cosas, a poder postear), no suena muy halagüeño para el futuro inmediato.

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